miércoles, 19 de marzo de 2014

De tripalio.

Sobre el trabajo.


Trabajo: 2. m. Ocupación retribuida. 


¿Por qué trabaja la gente hoy en día? El trabajo es un estado de retribución, esto es, el hacer algo por una recompensa. ¿Pero cuál es la recompensa a este estado retribuido?

Escribía Rafael Gambra Ciudad que «si preguntas al zapatero cuál es la causa de su alegría, no le creas cuando te hable del dinero que ha ganado o del descanso que le aguarda: Él mismo ignora que su felicidad está en transfigurarse en las babuchas doradas que ha terminado» (GAMBRA CIUDAD, R.: El silencio de Dios, Prensa Española, Madrid, 1968. p. 94). Esto sería cierto en cuanto más tradicional es la sociedad o el trabajo, sobre todo al tratarse de un oficio por y para humanos. Pero en la actualidad, según avanza el capitalismo, los trabajos se tecnologizan más.

Estos trabajos deshumanizados y tecnologizados encuentran más ejemplos en el "tercer sector", donde los ya androides hacen su oficio a base de apretar botones y teclas. Tal y como apuntaba Javier Garisoain en la presentación del partido político Impulso Social, «los médicos y los maestros por culpa de una administración absorbente, se pasan el día mirando a una pantalla de ordenador en lugar en vez de mirar a la cara a sus pacientes o alumnos». El trabajo se ha deshumanizado en todos sus elementos, y por tanto una persona ya no trabaja por -como apuntaba Gambra- ver el fruto de su esfuerzo realizado y sentirse completo al saber que su obra tiene un resultado práctico para alguien. A eso no se puede llegar porque un máquina -verdadera hacedora del trabajo hoy en día- no tiene sentimientos ni consciencia.

En la actualidad, la gente ya no entiende que el trabajo tiene implicaciones metafísicas, pues no deja de ser una labor natural cuyo fin último es el movimiento de la sociedad. Alguien tiene que recolectar el trigo para que alguien pueda amasar el pan para que alguien pueda alimentarse. O alguien tiene que velar por la seguridad social para que alguien pueda encontrarse seguro en la calle. Y es precisamente esa satisfacción de hacer bien el "alguien tenía que hacerlo, me tocó a mí y lo hice bien" lo que de verdad tendría que llenar a un trabajador, no una retribución materialista y capitalista de "trabajo=dinero", el cual acaba siendo destinado en su mayor parte a pagar unos bienes de consumo. Es el gran retroceso de la sociedad contemporánea revolucionaria y liberal.

Acompañando a este alienamiento laboral y materialista, surge la "Ley del Mínimo Esfuerzo", según la cual cada uno busca la riqueza individual, rápida y lo más sencilla y cómoda posible. Esta ley tiene cierto reflejo en el desempleo, pues no aceptamos cualquier trabajo, sino que queremos estar en una oficina con calefacción en invierno y aire acondicionado en verano, trabajar cuatro días cinco horas cada uno, con una secretaria para que haga por nosotros las pocas tareas que tengamos, y cinco meses de vacaciones. Y no. Eso no existe. Y si hay algún trabajo así, se llega a base de esfuerzo y dedicación durante años, no de la noche a la mañana y sin hacer nada.

Al no encontrar este tipo de trabajo ideal, se producen dos consecuencias: Seguir esperando su llegada sin hacer nada salvo apuntarse al INEM o aceptar lo primero que aparezca, bien por prisa bien por necesidades económicas -necesidad última del trabajador de hoy en día-. Este segundo caso produce que haya gente empleada en en oficios que no querían, sin vocación real y a desgana, surgiendo la incompetencia laboral y tambaleando directa o indirectamente a la sociedad.

Tanto demandante para tan poca demanda en este "sector terciario" capitalizante y alienador, en el cual la gente no retribuye por resultados prácticos sino por plusvalía está produciendo la desaparición de los oficios tradicionales, según los cuales -retomando al citado Gambra- «la muerte del jardinero no es algo que afecte al árbol, pero si tú arrancas el árbol, matas dos veces al jardinero» (Ibíd. p. 95). Estos son los trabajos humanos, los que hechos por personas tienen fallos y son imperfectos, sin que pueda haber dos resultados idénticos y por los que -según el acierto o desacierto- la retribución personal no es la misma.

Y es que ser artesano, es todo un arte.

Artesano maderero cántabro.

domingo, 30 de diciembre de 2012

De Fide II.

Sobre la fe II.


Fe: 2. f. Conjunto de creencias de una religión.


«La religión es el opio del pueblo», dijo Marx. Y tengo que darle la razón. No, no me he vuelto marxista, ni socialista, ni comunista... ni anti-católico. Ni loco. O eso creo. Pero si tiene la razón, la tiene. El opio, en el siglo XIX, era una de las principales y más importantes medicinas. Conocido desde la Antigüedad, no era una "cosa nueva" en el mundo. Fue usado como analgésico, sedante y anestésico, es decir, para combatir el dolor. Pero fue en el siglo de Marx cuando se descubrió un nuevo producto, derivado del opio y con mayores y mejores utilidades farmacológicas: La morfina -llamada así en honor a Morfeo, dios griego del sueño-. Este nuevo producto fue indispensable en las guerras que tuvieron lugar a lo largo de todo el diecinueve e incluso llegó a estar presente en las del siglo XX, siendo sus propiedades muy similares a las del opio. Se utilizaba sobre todo para calmar el dolor de las heridas mortales, teniendo así el herido una muerte "suave" y poco dolorosa.

Y al fin y al cabo, en nuestra sociedad, necesitamos opio -sobre todo para escapar de su realidad-. El opio del pueblo. La religión. Creer. Si ya escribí sobre la fe y lo que supone creer, ahora lo hago como la necesidad que tiene la Humanidad de creer. Pues al igual que el opio disminuye el dolor, la fe puede ser igual receta. Esta fe es la que nos hace humanos, es parte de nuestra arkhé y lo que nos diferencia del resto de animales, pues ya desde que el primer Homo salió de excursión, tenía consigo inseguridades, miedos y la necesidad de creer en algo para sentirse amparado y saber que su existencia iba más allá.

Fue Marx uno de los primeros que quiso cargarse a Dios. En una época en la que el liberalismo daba sus primeros pasos, el pensamiento decimonónico pone sus miras en él. Así, surge papi Estado y la sociedad burguesa, los cuales -como buenos progenitores- ofrecen protección, una falsa protección que -ayudándose de las "fuerzas de seguridad"- no es más que un control absoluto y absolutista de cada paso que damos -como bien plasma Loquillo en su canción "La Policía"«[...] quieren confiscarme el alma por ordenador/ más por ignorancia que mala intención;/ quieren saber de mi vida, /quieren cuidar mi salud [...]»-. Y es esta sensación de absoluta seguridad, de que nada malo puede pasarnos, permitiéndonos el lujo de prescindir de Dios -verdadero padre- y su protección.

Y es curiosamente cuando algo malo nos pasa cuando recurrimos al Padre. A la necesidad de que haya alguien ahí para escucharnos y ayudarnos. Cuando volvemos a la verdadera vida y se nos explota la burbuja que el estado de bienestar, el liberalismo y papi Estado han creado entorno a nosotros, cuando volvemos a las faldas "del de ahí arriba", pues necesitamos nuestro chute de opio. Necesitamos desahogarnos con alguien, contarle nuestras miserias, temores y miedos, necesitamos rogarle que por favor interceda en nosotros. Necesitamos ser escuchados y necesitamos de su protección, encomendándonos.

Es justo lo que yo decía en la primera parte de "De Fide", que no hay que estar sólo a las buenas y que es necario un compromiso, sin esperar un milagro repentino, sino ayuda, con paciencia y tiempo. Y que si no llega el resultado inmediatamente, no se pierda esa esperanza.

De esta forma, recurriendo a la fe y esperanza, usamos el opio popular que Marx decía, pues creyendo, esperando y refugiándonos en el espiritualismo, adquirimos la sensación analgésica, sedante y anestésicas del opio en las heridas, solo que esta vez en el ánima.

Es pues el opio la religión del pueblo. No dudes en chutarte.

domingo, 23 de diciembre de 2012

De Amicitia.

Sobre la amistad.


Amistad: 1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona que nace y se fortalece con el trato.


Tras los Idus Marcii que marcaron el devenir de Roma, Cicerón volvía "a la carga" con un diálogo de igual nombre que esta entrada. Cicerón remarca en todo momento la importancia de la amistad en la vida humana, «¿cómo puede ser [...]/ vivible una vida que no descansa en la mutua/ benevolencia de un amigo? ¿Qué más dulce que/ tener con quien te atrevas a hablar todas las cosas/ así como contigo? ¿Qué fruto tan grande habría en/ las cosas prósperas, si no tuvieras quien se alegrara/ con ellas igual que tú mismo? Y sería difícil/ sobrellevar las adversas sin aquél que las/ sobrellevara más gravemente incluso que tú» (CICERÓN, M. T.: De Amicitia o Laelius, 22). Claro, Cicerón escribía esto en otra época, lejana ya, en la que el individualismo no era tan extremista como hoy en día, y que el liberalismo -verdadero cáncer de la sociedad actual y padre de este individualismo radical- no era más que una nube en el éter.

Yo he crecido con valores tradicionales, entre los que la amistad, era uno de los pilares. El "haz bien y no mires a quien", el "quien tiene un amigo tiene un tesoro", etc. He crecido entre libros y tebeos (Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Carpanta, Rompetechos, El Botones Sacarino y toda la colección habida y por haber de Bruguera. Incluso El pequeño Spirou). La amistad te la metían con embudo en cada historieta, así como que el fin no justifica los medios -si no sólo hay que ver cómo salen los "planes" de Mortadelo y Zipi y Zape-. Pero ahora estos valores están cambiando. La amistad está en peligro de extinción. Sólo generaciones que crecieron con las risas que daban Escobar, Ibáñez y compañía sabe valorar un amigo. Ahora la gente está descubriendo otros mundos, otras formas de "aprendizaje", basadas en redes (des)sociales y el individualismo y protección que confiere una pantalla de móvil o un teclado de ordenador. Internet es la nueva pedagogía existente, una máquina creadora de otras máquinas, de androides egoístas, egocéntricos, chulos, con la falsa idea de ser los mejores en todo, super especialistas, que de todo saben y siempre tienen la razón, el fin justifica los medios aunque haya que cargarse valores, ética y moral. El liberalismo ha calado hondo.

Amistad comparte raíz con amor. El amor es  «1.m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia necesita y busca el encuentro y unión con otro ser»,  «2.m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear»«3.m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega hacia alguien o algo». Remarco lo importante: "Sentimiento del ser humano que, partiendo de su insuficiencia necesita y busca el encuentro y unión", "sentimiento hacia otra persona que nos completa, alegra y da energía" y "sentimiento de afecto, inclinación y entrega". Como se puede ver, es imposible una amistad sin amor -relacionándose así ambos términos-. Cicerón también hace referencia a esta relación amistad-amor: «Por lo cual, la amistad me parece surgida más bien/ de la naturaleza que de la indigencia, más por la/ aplicación del espíritu con un cierto sentido de amar/ que por el pensamiento de cuánta utilidad aquella/ cosa va a tener» (ibíd. 27). Queda más que claro que la amistad no puede surgir "obligada", ni por interés -es decir, de esperar algo a cambio-, pues entonces no es amistad. La amistad surge de forma natural y requiere paciencia. Y aquí entra de nuevo el egoísmo e individualismo actual: Lo natura no existe, ni su Creador. Todo es y está humanizado, el hombre es capaz de inventar y construir cualquier cosa, como la propia vida -mayor milagro-. Y una vez que se ha sido capaz de sustituir lo espiritual por lo tecnológico, todo lo demás viene sólo: Valores inventados, donde lógicamente, entra la amistad -como valor que es-. Así pues, tenemos una amistad egoísta, surgida por el mero interés de ver qué me da el otro. Si no me ofrece nada, me voy. Yo yo yo yo yo. Individualismo radical y antropocentrismo absoluto.

Volvamos a las redes (des)sociales. Se trata de un nuevo invento destinado a hacer amigos. Sólo en el objetivo ya se puede ver el gran fallo y daño que ha marcado esta nueva forma de interacción, pues el ser humano ha intentado establecer y forzar amistades, rompiendo así con el arkhé de ésta, es decir, la naturalidad y espontaneidad. La amistad ha dejado de ser natural, siendo pues obligada, creada y dirigida. Las redes sociales se han convertido en la gran espada de doble filo, que partiendo de la supuesta amistad que ofrecen, ha destruido completamente este valor. Se ha servido de la posibilidad de encontrarse, "agregar" y tratar como amigo a personas con poca o nula relación, ampliando enormemente el círculo de "amistades", hasta tener tantos amigos, que la propia definición de amistad ha sido destruida, siendo los "amigos" algo más, una cosa común, cotidiano y del montón. Dice Cicerón «[...] las excesivas/ amistades deben ser rehuidas, para que no sea/ necesario que uno esté solícito por muchos; que/ cada uno tiene bastante y de sobra con sus cosas/ propias; que es molesto implicarse demasiado con/ las otras ajenas; que es lo más cómodo tener las/ riendas de la amistad lo más flojas posibles, para que/ o las recojas, cuando quieras, o las sueltes [...]» (ibíd. 45). Es decir, "más vale tener pocos amigos, pero amigos, que muchos pero interesados". En mi opinión -y basándome en mi propia experiencia- amigos de verdad no se tienen más de cinco -es decir, "cuento mis amigos con los dedos de una mano"-. Personas que han estado a las buenas y a las malas, que serían capaz de dejar lo que tengan entre manos por saber qué le pasa al otro y poder ayudarle. Esto con la irrupción de las redes (des)sociales es imposible, pues sólo se tienen amigos para cotillear sus vidas y problemas o para tener compañía y no sentirse solitario. Un amigo sale con sus amigos, pero no les quiere sólo para eso; así como tampoco cotillea lo que le pasa. Se preocupa por lo que le pasa, pero por amistad, no por interés: «Dijo Ennio: "El amigo cierto se ve en la cosa incierta» (ibíd. 64).

Entonces... ¿habría que poner unos "límites" a los amigos? «Pero deben ser establecidos cuáles son los límites/ en la amistad y, por así decirlo, los términos del/ amar. Sobre éstos, veo que se aportan tres/ opiniones, de las cuales ninguna apruebo: Una, que/ estemos dispuestos para con el amigo del mismo/ modo que para con nosotros; otra, que/ nuestra benevolencia hacia los amigos responda/ semejante e igualmente a la benevolencia de/ aquéllos hacia nosotros; la tercera, que, cuanto cada/ uno mismo se estima, tanto por los amigos sea/ estimado» (ibíd. 56), dice Cicerón. Y sería con estas tres sentencias con las que habría que juzgar cada amigo que se tiene. Coger a ese amigo, y preguntar sobre él si cumple las tres condiciones ciceronianas de la amistad: Recíprocas disposición, benevolencia y estimación. Una vez se es capaz de reflexionar y aplicar este modelo, uno se da cuenta que el nivel de amigos cae estrepitosamente, hasta los citados "dedos de la mano", los cuales, al igual que los amigos, siempre están cerca y dispuestos a moverse. Pues «[...] el fundamento de su estabilidad y constancia,/ que buscamos en la amistad, es la fidelidad [...]» (ibíd. 67). (Fidelidad: 1.f. Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona).

Pero... ¿y si conozco a alguien y entablo amistad con él? ¿No puedo porque sería tener "muchos amigos"? Sí, pero se convierte en amigo una vez ha pasado cierto tiempo y se han tenido vivencias y experiencias cercanas a la amistad pura, sin olvidar tampoco los que llevan más tiempo ahí al pie del cañón: «Pero cierta cuestión un poco difícil nace en este/ lugar, si alguna vez los amigos nuevos, dignos de/ amistad, deben anteponerse a los antiguos, como/ solemos anteponer a los caballos algo viejos los jóvenes. ¡Duda indigna de un hombre! Pues no/ debe haber hartura de las amistades como de otras/ cosas; la más vieja, como aquellos vinos que tienen/ vejez, debe ser la más agradable» (ibíd. 65). Es decir, si estás anteponiendo una amistad más "nueva" a otra más antigua, no estás obrando bien. Los viejos amigos son los que más y mejor te conocen, puesto que han pasado más tiempo contigo, y por lo tanto, más vivencias. No pueden ser sustituidos como si de un caballo se tratase, sino que hay que disfrutarlos como un buen vino. ¿Hay entonces que anteponer "viejas" amistades a "nuevas"? Sí. Sobre todo, porque su pérdida es más dolorosa y dañina, y si esto no fuera así, no eres un buen amigo. Dicho de forma más directa y breve: «[...] conviene amar cuando hayas juzgado, no juzgar/ cuando hayas amado» (ibíd. 85).

Que la amistad implique fidelidad, hace que también sea necesaria la confianza. La confianza es tener un tanto íntimo y familiar, aunque eso lleve a discusiones y enfados. Dice Cicerón sobre ésto que «[...] a menudo, los amigos deben/ ser amonestados y reprendidos, y estas cosas deben/ ser recibidas amistosamente cuando se hacen/ benévolamente» (ibíd. 88). Volvamos a la sentencia de Ennio: "El amigo cierto se ve en la cosa incierta". Es decir, que un amigo no dudará en dar su opinión, buena o mala, aunque pueda ser dolorosa, pues un amigo busca el bien de su compañero, no la alabanza fácil y la falsedad: «[...] Ninguna peste hay en las amistades/ mayor que la adulación, el halago, el servilismo [...]» (ibíd. 91). O yéndonos al refranero castellano: "Quien bien te quiere, te hará llorar". Por lo que se pregunta Cicerón «[...] ¿qué causa hay para que/ quitemos totalmente la amistad de la vida, para que/ no recibamos algunas molestias a causa de ésta?» (ibíd. 48). Y yo respondo: Ninguna. No se puede quitar la amistad de la vida de las personas, pues en mayor o menor medida, para bien o para mal, todas las personas son sociables por naturaleza, por eso pueden hablar e interactuar ya no sólo con sus iguales, sino con otras especies animales. Porque... ¿quién no ha tenido una mascota a la cual ha considerado su amigo? Pues la amistad -como elemento divino y natural que es- se extiende por toda la Naturaleza, no sólo a las personas, sino también a otros seres vivos que cumplan los requisitos propuestos por Cicerón. Por eso las personas necesitan amigos -no los buscan, sino que aparecen-, porque incluso «así la naturaleza nada ama al solitario y/ siempre se apoya como en algún adminículo; éste/ es, incluso, dulcísimo en alguien muy amigo [...]» (ibíd. 88).

Esta confianza -al ser parte de una amistad- tiene que ser recíproca, por lo que tampoco hay que aguantar una crítica muy agresiva, haciéndolo saber y notar, pues todo tiene que tener cierto límite. Igualmente, el amor lleva consigo el perdón, por lo que si un amigo actúa mal de algún modo, hay que saber perdonarlo, comprenderlo y seguir a su lado.

Así pues, las personas necesitan amigos y amar. Encuentro y unión, complementación, alegría, energía, afecto, inclinación, entrega, desahogo, diálogo, quedar, relaciones, interacciones, sentimiento de ser querido y valorado. Pero no muchos amigos, ni amigos de un sólo día, sino amigos de verdad, puros. Pocos. Esta entrada va dedicada a todos mis pocos amigos, claros están los motivos.

Y tú, ¿cuántos amigos tienes?

sábado, 20 de octubre de 2012

De Praedestinatione.

Sobre la Predestinación.


Predestinación: 2. f. Rel. por antonom. Ordenación de la voluntad divina con que ab aeterno tiene elegidos a quienes por medio de su gracia han de lograr la gloria.


Una de las modas de los últimos lustros, es creer en la predestinación, término que se ha simplificado en "destino", el cual proviene de "predestinación", siendo sinónimos. El "destino" es una  «fuerza desconocida que se cree obra sobre los hombres y los sucesos».

Como casi todo lo de hoy en día, no es algo nuevo, sino que ya en el s. XVI fue ideado por Calvino, siendo rápidamente criticado y censurado por la Contrarreforma tridentina. Pero ahora, se podría hablar de una "cultura del destino", en la cual este destino sería una figura divina. Su reaparición y extensión ha sido gracias sobre todo a películas de Hollywood -por lo tanto financiadas y supervisadas por el Nuevo Orden Mundial-, series de televisión y obras literarias románticas, cuyo público es mayoritariamente adolescente, es decir, a los más fáciles de inculcar unas ideas que caen por su propio peso.

Y es que esta nueva "cultura del destino" promueve que el destino existe. Y no sólo eso, sino que se puede cambiar, modificar y pelear contra él. Cosa completamente incongruente, pues si el destino está escrito y predeterminado, en el momento en que alguien rompe con su destino, lo cambia, lo modifica o se lo carga, éste desaparece. Y... ¿cómo es que el propio destino no había previsto que iba a ser destruido? ¿Si el destino había destinado que iba a ser modificado es destino también aunque destrozado? Un ser deja de existir en el momento en que deja de ser, por lo que en caso de que alguien rompiera con su futuro, este futuro no existiría. Ni al principio ni al final.

Igualmente, en caso de existir el destino, ¿para qué esforzarse alguien en hacer algo? ¿Para qué esforzarse por ejemplo en estudiar o trabajar si el destino ya ha dictado sentencia y "lo que tenga que ser será? No me sirve de nada matarme a estudiar o a trabajar, pues si mi destino es ser pobre, por mucho que yo luche por procurarme un futuro y por buscarme una vida cómoda y placentera, mi hado va a decir que nanay, y ya se procurará dar por saco todo lo que pueda para que mi destino se cumpla. En el caso contrario, si mi destino es ser rico y tener una buena y larga vida, ¿para qué esforzarme en luchar por mis sueños? Mi futuro está predestinado, me quedo en casa, en la cama, calentito, durmiendo y ya se preocupará mi destino de auto-cumplirse. El día menos pensado me acostaré en mi casa de alquiler y ¡chof! despertaré en un chalé con sirvientes. ¡Gracias destino!

La predestinación calvinista tampoco puede cumplirse por los mismos motivos. Partiendo de que Dios ya ha puesto a "cada uno en su sitio", se obre como se obre y se viva como se viva, estaríamos ante una divinidad esclavista, totalitaria y cruel -justo al contrario de cómo es Dios-. Además, según Calvino, Dios nos daría señas para saber si nos vamos a salvar o no; si nos va bien en la vida, es señal de que el Cielo nos aguarda, si por el contrario, todos lo que nos ocurren son desgracias, estaremos condenados eternamente. Por lo que se acentúa la vagancia, pues si a uno le fuera mal y supiera de ante mano que su futuro es estar lejos del Cielo, ¿para qué esforzarse en salir de esa situación? Los únicos beneficiarios de este pensamiento es la burguesía del centro-norte europeo -justo donde más arraigó este dogma-, pues se acomodan más en su situación, teniéndose sólo que preocupar por las cosas terrenales, olvidando la espiritualidad y las obras. Encima de injusto, Dios premia a los que menos se esfuerzan y mejor lo están pasando.

No se puede creer en la predestinación porque no existe, es imposible que exista al ser contra su propia natura y contra la propia voluntad de Dios. Es una doctrina surgida por y para burgueses acomodados -nacientes capitalistas- y para vagueza, con el fin de destruir la propia esencia y dogma católicos -por lo que el Nuevo Orden Mundial se ha encargado de recuperar 500 años después-.

El destino y su evangelio de la vagancia y el conformismo no existen. No tendría sentido pelear por lo que uno quiere, por querer tener una buena situación y aspirar siempre a mejores metas; tampoco tendría sentido intentar superar un problema, pues el destino se encargará de superarlo por uno mismo -o no hacerlo-. La única ley válida es la del esfuerzo y la de no conformarse con lo más fácil y cómodo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

De Fide.

Sobre la fe.

Fe: 3. f. Conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas.


En mayo de este año, tuve la suerte de volver a coincidir unos días con la bajada de la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres. Como he hecho siempre que ha "bajado", fui a verla varios días. Y estando allí sentado, rodeado de unas veinte personas -no porque en Cáceres no haya gente que vaya a ver a la Virgen, sino por las horas a las que acostumbro ir yo-, pensé «qué curiosa es la fe... Toda esta gente estará rezando y pidiendo a la Virgen. Pero no deja de ser una representación, una talla de madera...». Y desde entonces vengo dándole vueltas al asunto.

Detente de requeté (Guerra Civil).
Uno de los mayores signos de fe.
No se pretendía que se detuviera una bala,
sino que no acertara en el blanco.
El término fides, -ei, aparte de "fe" también significa "confianza" -aunque etimológicamente no provenga de fidem-. A su vez, fides, -ei derivó en fidelitas, -atis, esto es, fidelidad; comparten incluso la misma raíz.  Por consiguiente, "fe", "confianza" y "fidelidad" son términos relacionados entre sí. La confianza es esperanza y seguridad, mientras que la fidelidad es lealtad.

De esta forma, tener fe no es ir a la Iglesia a pedir por pedir o esperar un milagro, sino tener la esperanza de que la petición sea escuchada y Dios o al Santo que se pida ayuden sobre el problema o intervengan. El anti-catolicismo actual piensa que rezando se pide la intervención directa de la divinidad para salvar de una desgracia. Pero no. Lo que se pide no es una intervención directa, sino que dé las fuerzas necesarias a todos los implicados en el asunto para poder resolverlo con éxito. Pero la ignorancia y el hablar por hablar desde la incultura, son platos de cada día y es algo con lo que hay que convivir...

Igualmente, estas fe y confianzas tienen que tener por nuestra parte la fidelidad. Es decir, estar a las duras y a las maduras, como el Santo Job, y no ser tan oportunista como para «acordarse de Santa Bárbara cuando truena»; si nunca se ha estado, no se puede esperar que un día cualquiera, surja una necesidad, se pida y se conceda. En eso consiste la fe.

lunes, 20 de agosto de 2012

De Deo.

Sobre Dios.

Dios: 2. m. Deidad a que dan o han dado culto las diversas religiones.


Desde hace varios meses, vengo dándole vueltas a uno de los temas más complejos y debatidos de la Historia de la Humanidad: El existencialismo divino. Pero fue a partir de un artículo nuevo de un magnífico blog donde recuperé de nuevo este debate.

Representación medieval de Satanás
(Codex Gigas s. XIII).
Y es que es curioso que siempre se intenta demostrar la existencia o no-existencia de Dios, como si sólo fuera éste el único ente existente. Pero no, Dios tiene un antagonista sumido en el ostracismo desde que se le perdió el miedo en la Edad Media. Este antagonista -al igual que Dios- ha tenido diversos nombres a través de los siglos y según la religión o espacio. Sí, es el Demonio, el Diablo, Lucifer, Satanás; un ente malévolo y tentador, la encarnación suprema del mal, el ángel que se reveló a Dios, el ángel caído. Lo que pasa es que tras el abandono durante la Plena Edad Media de los cánones románicos junto con toda la iconografía sacra de los Pantócrator, los Maiestas Domini y de los demonios, la dualidad Bien-Mal comienza a caer en el olvido, sustituyéndose al Dios justiciero y totalitarista por uno más humano y sobre todo por la devoción a la Virgen María. Así, el temor a Dios y sobre todo a Satanás cae en el olvido, hasta nuestros días.


Pero... ¿existe Satanás? Como con Dios, algunos creerán que sí y otros creerán que no. Satanás es un ente malo y perverso, de aspecto intimidatorio. Sólo hay que ver la ilustración escogida en esta entrada, una de las pocas representaciones en papel del Demonio en la Edad Media. Si alguien busca imágenes suyas modernas o antiguas, se encontrará con un ser que da miedo, de los que nadie se querría encontrar en un callejón oscuro o en su propia casa mientras duerme. Pero su ostracismo ha provocado que deje de ser temido. A su vez, que se haya olvidado no quiere decir que haya desaparecido.

Se crea o no en su existencia, lo que es un hecho irrefutable es que el Mal, existe: «Homo homini lupus». Partiendo de Hobbes y de su celebérrima teoría, en el Estado Natural, el hombre es malo, insocial, egoísta y con deseos de poder, convirtiéndose en un bárbaro, un salvaje. Así, este Estado Natural es un estado de guerra constante, de terror y de desconfianza. Cada hombre espera a los otros para ver qué hacen y responder atacando. Es el estado del todo vale, sin leyes ni valores.

La Naturaleza tiene que estar en equilibrio constante, tener un yin-yang que dé paz y armonía con el fin de salir de este caos absoluto. Por eso debe ser necesaria una intervención ajena, una fuerza extrínseca, opuesta a este Mal, ordenadora y protectora. Debe ser desde fuera, porque en este estado natural violento reinaría una igualdad absoluta inter pares, por lo que no podría ser una fuerza interna la que actuara con el fin de acabar con esto e instaurar la armonía.

Es por ello, que debe existir una fuerza superior y ajena que luche por un equilibrio natural, que permita a la Naturaleza salir del caos primario, reinando -como bien apunta la entrada antes referida- la perfección; de tal forma de que cuando uno de los dos "bandos" venza sobre el otro, supondrá la ruptura del equilibrio perfecto, reinando de nuevo el caos.

sábado, 14 de julio de 2012

De Societate.

Sobre la sociedad.

Sociedad: 2. f. Agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida.


Hace poco más de dos años que decidí meterme en el mundo bloggero con el proyecto de "Albus & Niger", en el cual he intentado abordar noticias y hechos de actualidad, criticando desde la incultura hasta las modas pasando por la hipocresía, sin alejarme de una perspectiva político-religiosa. En la propia presentación de ese blog, como conclusión, premonizaba la creación de uno nuevo que se encaminara más bien a la crítica de la sociedad en sí misma, su mentalidad y visión de las cosas. Nace así "De Societate", un complemento de "Albus & Niger", cerrando así la crítica de la cultura ("Albus & Niger") con la de las mentalidades ("De Societate"), pues en la actualidad, el principal tema de análisis histórico son estos dos elementos, iniciado por la tercera generación de la Escuela de Annales.

Como dice Santos Juliá en su artículo "Por la autonomía de la Historia", «este es un oficio para gente curiosa, capaz de salir de sí misma, gente que quiere saber cosas que la experiencia de cada día no le ofrece, quiere saber lo ocurrido en un tiempo que fue y a unas gentes que ya no son». Así es como salgo yo a la calle y leo en internet, con curiosidad, queriendo conocer y saber acerca de gente que no conozco, por qué actúan así, lo que piensan... Tal vez a veces raye el marujeo barato y el mero cotilleo. Tal vez.

Alejándome de la línea político-religiosa-cultural de "Albus & Niger", en este nuevo blog pretendo abordar la sociedad desde un punto de vista más filosófico-reflexivo, de mentalidades. Es por ello, que lo aquí escrito será más bien una opinión crítica, y por lo tanto, una visión bastante subjetiva. No pretendo tener razón, sino dejar constancia escrita.

Así, tengo planteado para las distintas entradas un cuerpo básico, idéntico al seguido en esta entrada. Consistiría en un título en latín -siempre que los neologismos me lo permitan- imitando los Diálogos de Cicerón. El cuerpo de la entrada consistiría en un encabezado con la traducción castellana del título, seguido con la definición que la R.A.E. da a dicho término, sirviendo de introducción y aclaración al tema a tratar; por último, desarrollaría la entrada en sí. El título elegido para el blog es una perfecta síntesis del contenido de éste: Siguiendo la línea ciceroniana, aborda la sociedad en su conjunto, su comportamiento y su forma de ser.

De esta forma, el reto personal de abrir un nuevo blog con el fin de servir de complemento al otro y viceversa, por fin da su fruto. Ha pasado más de medio año desde que comenzara a idear este proyecto, intentando hacer un esbozo sobre el contenido y forma de abordar los temas, así que por fin, me decido a comenzar.

No hay mucho más que decir, el tiempo dictará si esta empresa es exitosa o nada para morir en la orilla...