lunes, 20 de agosto de 2012

De Deo.

Sobre Dios.

Dios: 2. m. Deidad a que dan o han dado culto las diversas religiones.


Desde hace varios meses, vengo dándole vueltas a uno de los temas más complejos y debatidos de la Historia de la Humanidad: El existencialismo divino. Pero fue a partir de un artículo nuevo de un magnífico blog donde recuperé de nuevo este debate.

Representación medieval de Satanás
(Codex Gigas s. XIII).
Y es que es curioso que siempre se intenta demostrar la existencia o no-existencia de Dios, como si sólo fuera éste el único ente existente. Pero no, Dios tiene un antagonista sumido en el ostracismo desde que se le perdió el miedo en la Edad Media. Este antagonista -al igual que Dios- ha tenido diversos nombres a través de los siglos y según la religión o espacio. Sí, es el Demonio, el Diablo, Lucifer, Satanás; un ente malévolo y tentador, la encarnación suprema del mal, el ángel que se reveló a Dios, el ángel caído. Lo que pasa es que tras el abandono durante la Plena Edad Media de los cánones románicos junto con toda la iconografía sacra de los Pantócrator, los Maiestas Domini y de los demonios, la dualidad Bien-Mal comienza a caer en el olvido, sustituyéndose al Dios justiciero y totalitarista por uno más humano y sobre todo por la devoción a la Virgen María. Así, el temor a Dios y sobre todo a Satanás cae en el olvido, hasta nuestros días.


Pero... ¿existe Satanás? Como con Dios, algunos creerán que sí y otros creerán que no. Satanás es un ente malo y perverso, de aspecto intimidatorio. Sólo hay que ver la ilustración escogida en esta entrada, una de las pocas representaciones en papel del Demonio en la Edad Media. Si alguien busca imágenes suyas modernas o antiguas, se encontrará con un ser que da miedo, de los que nadie se querría encontrar en un callejón oscuro o en su propia casa mientras duerme. Pero su ostracismo ha provocado que deje de ser temido. A su vez, que se haya olvidado no quiere decir que haya desaparecido.

Se crea o no en su existencia, lo que es un hecho irrefutable es que el Mal, existe: «Homo homini lupus». Partiendo de Hobbes y de su celebérrima teoría, en el Estado Natural, el hombre es malo, insocial, egoísta y con deseos de poder, convirtiéndose en un bárbaro, un salvaje. Así, este Estado Natural es un estado de guerra constante, de terror y de desconfianza. Cada hombre espera a los otros para ver qué hacen y responder atacando. Es el estado del todo vale, sin leyes ni valores.

La Naturaleza tiene que estar en equilibrio constante, tener un yin-yang que dé paz y armonía con el fin de salir de este caos absoluto. Por eso debe ser necesaria una intervención ajena, una fuerza extrínseca, opuesta a este Mal, ordenadora y protectora. Debe ser desde fuera, porque en este estado natural violento reinaría una igualdad absoluta inter pares, por lo que no podría ser una fuerza interna la que actuara con el fin de acabar con esto e instaurar la armonía.

Es por ello, que debe existir una fuerza superior y ajena que luche por un equilibrio natural, que permita a la Naturaleza salir del caos primario, reinando -como bien apunta la entrada antes referida- la perfección; de tal forma de que cuando uno de los dos "bandos" venza sobre el otro, supondrá la ruptura del equilibrio perfecto, reinando de nuevo el caos.