domingo, 23 de diciembre de 2012

De Amicitia.

Sobre la amistad.


Amistad: 1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona que nace y se fortalece con el trato.


Tras los Idus Marcii que marcaron el devenir de Roma, Cicerón volvía "a la carga" con un diálogo de igual nombre que esta entrada. Cicerón remarca en todo momento la importancia de la amistad en la vida humana, «¿cómo puede ser [...]/ vivible una vida que no descansa en la mutua/ benevolencia de un amigo? ¿Qué más dulce que/ tener con quien te atrevas a hablar todas las cosas/ así como contigo? ¿Qué fruto tan grande habría en/ las cosas prósperas, si no tuvieras quien se alegrara/ con ellas igual que tú mismo? Y sería difícil/ sobrellevar las adversas sin aquél que las/ sobrellevara más gravemente incluso que tú» (CICERÓN, M. T.: De Amicitia o Laelius, 22). Claro, Cicerón escribía esto en otra época, lejana ya, en la que el individualismo no era tan extremista como hoy en día, y que el liberalismo -verdadero cáncer de la sociedad actual y padre de este individualismo radical- no era más que una nube en el éter.

Yo he crecido con valores tradicionales, entre los que la amistad, era uno de los pilares. El "haz bien y no mires a quien", el "quien tiene un amigo tiene un tesoro", etc. He crecido entre libros y tebeos (Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Carpanta, Rompetechos, El Botones Sacarino y toda la colección habida y por haber de Bruguera. Incluso El pequeño Spirou). La amistad te la metían con embudo en cada historieta, así como que el fin no justifica los medios -si no sólo hay que ver cómo salen los "planes" de Mortadelo y Zipi y Zape-. Pero ahora estos valores están cambiando. La amistad está en peligro de extinción. Sólo generaciones que crecieron con las risas que daban Escobar, Ibáñez y compañía sabe valorar un amigo. Ahora la gente está descubriendo otros mundos, otras formas de "aprendizaje", basadas en redes (des)sociales y el individualismo y protección que confiere una pantalla de móvil o un teclado de ordenador. Internet es la nueva pedagogía existente, una máquina creadora de otras máquinas, de androides egoístas, egocéntricos, chulos, con la falsa idea de ser los mejores en todo, super especialistas, que de todo saben y siempre tienen la razón, el fin justifica los medios aunque haya que cargarse valores, ética y moral. El liberalismo ha calado hondo.

Amistad comparte raíz con amor. El amor es  «1.m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia necesita y busca el encuentro y unión con otro ser»,  «2.m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear»«3.m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega hacia alguien o algo». Remarco lo importante: "Sentimiento del ser humano que, partiendo de su insuficiencia necesita y busca el encuentro y unión", "sentimiento hacia otra persona que nos completa, alegra y da energía" y "sentimiento de afecto, inclinación y entrega". Como se puede ver, es imposible una amistad sin amor -relacionándose así ambos términos-. Cicerón también hace referencia a esta relación amistad-amor: «Por lo cual, la amistad me parece surgida más bien/ de la naturaleza que de la indigencia, más por la/ aplicación del espíritu con un cierto sentido de amar/ que por el pensamiento de cuánta utilidad aquella/ cosa va a tener» (ibíd. 27). Queda más que claro que la amistad no puede surgir "obligada", ni por interés -es decir, de esperar algo a cambio-, pues entonces no es amistad. La amistad surge de forma natural y requiere paciencia. Y aquí entra de nuevo el egoísmo e individualismo actual: Lo natura no existe, ni su Creador. Todo es y está humanizado, el hombre es capaz de inventar y construir cualquier cosa, como la propia vida -mayor milagro-. Y una vez que se ha sido capaz de sustituir lo espiritual por lo tecnológico, todo lo demás viene sólo: Valores inventados, donde lógicamente, entra la amistad -como valor que es-. Así pues, tenemos una amistad egoísta, surgida por el mero interés de ver qué me da el otro. Si no me ofrece nada, me voy. Yo yo yo yo yo. Individualismo radical y antropocentrismo absoluto.

Volvamos a las redes (des)sociales. Se trata de un nuevo invento destinado a hacer amigos. Sólo en el objetivo ya se puede ver el gran fallo y daño que ha marcado esta nueva forma de interacción, pues el ser humano ha intentado establecer y forzar amistades, rompiendo así con el arkhé de ésta, es decir, la naturalidad y espontaneidad. La amistad ha dejado de ser natural, siendo pues obligada, creada y dirigida. Las redes sociales se han convertido en la gran espada de doble filo, que partiendo de la supuesta amistad que ofrecen, ha destruido completamente este valor. Se ha servido de la posibilidad de encontrarse, "agregar" y tratar como amigo a personas con poca o nula relación, ampliando enormemente el círculo de "amistades", hasta tener tantos amigos, que la propia definición de amistad ha sido destruida, siendo los "amigos" algo más, una cosa común, cotidiano y del montón. Dice Cicerón «[...] las excesivas/ amistades deben ser rehuidas, para que no sea/ necesario que uno esté solícito por muchos; que/ cada uno tiene bastante y de sobra con sus cosas/ propias; que es molesto implicarse demasiado con/ las otras ajenas; que es lo más cómodo tener las/ riendas de la amistad lo más flojas posibles, para que/ o las recojas, cuando quieras, o las sueltes [...]» (ibíd. 45). Es decir, "más vale tener pocos amigos, pero amigos, que muchos pero interesados". En mi opinión -y basándome en mi propia experiencia- amigos de verdad no se tienen más de cinco -es decir, "cuento mis amigos con los dedos de una mano"-. Personas que han estado a las buenas y a las malas, que serían capaz de dejar lo que tengan entre manos por saber qué le pasa al otro y poder ayudarle. Esto con la irrupción de las redes (des)sociales es imposible, pues sólo se tienen amigos para cotillear sus vidas y problemas o para tener compañía y no sentirse solitario. Un amigo sale con sus amigos, pero no les quiere sólo para eso; así como tampoco cotillea lo que le pasa. Se preocupa por lo que le pasa, pero por amistad, no por interés: «Dijo Ennio: "El amigo cierto se ve en la cosa incierta» (ibíd. 64).

Entonces... ¿habría que poner unos "límites" a los amigos? «Pero deben ser establecidos cuáles son los límites/ en la amistad y, por así decirlo, los términos del/ amar. Sobre éstos, veo que se aportan tres/ opiniones, de las cuales ninguna apruebo: Una, que/ estemos dispuestos para con el amigo del mismo/ modo que para con nosotros; otra, que/ nuestra benevolencia hacia los amigos responda/ semejante e igualmente a la benevolencia de/ aquéllos hacia nosotros; la tercera, que, cuanto cada/ uno mismo se estima, tanto por los amigos sea/ estimado» (ibíd. 56), dice Cicerón. Y sería con estas tres sentencias con las que habría que juzgar cada amigo que se tiene. Coger a ese amigo, y preguntar sobre él si cumple las tres condiciones ciceronianas de la amistad: Recíprocas disposición, benevolencia y estimación. Una vez se es capaz de reflexionar y aplicar este modelo, uno se da cuenta que el nivel de amigos cae estrepitosamente, hasta los citados "dedos de la mano", los cuales, al igual que los amigos, siempre están cerca y dispuestos a moverse. Pues «[...] el fundamento de su estabilidad y constancia,/ que buscamos en la amistad, es la fidelidad [...]» (ibíd. 67). (Fidelidad: 1.f. Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona).

Pero... ¿y si conozco a alguien y entablo amistad con él? ¿No puedo porque sería tener "muchos amigos"? Sí, pero se convierte en amigo una vez ha pasado cierto tiempo y se han tenido vivencias y experiencias cercanas a la amistad pura, sin olvidar tampoco los que llevan más tiempo ahí al pie del cañón: «Pero cierta cuestión un poco difícil nace en este/ lugar, si alguna vez los amigos nuevos, dignos de/ amistad, deben anteponerse a los antiguos, como/ solemos anteponer a los caballos algo viejos los jóvenes. ¡Duda indigna de un hombre! Pues no/ debe haber hartura de las amistades como de otras/ cosas; la más vieja, como aquellos vinos que tienen/ vejez, debe ser la más agradable» (ibíd. 65). Es decir, si estás anteponiendo una amistad más "nueva" a otra más antigua, no estás obrando bien. Los viejos amigos son los que más y mejor te conocen, puesto que han pasado más tiempo contigo, y por lo tanto, más vivencias. No pueden ser sustituidos como si de un caballo se tratase, sino que hay que disfrutarlos como un buen vino. ¿Hay entonces que anteponer "viejas" amistades a "nuevas"? Sí. Sobre todo, porque su pérdida es más dolorosa y dañina, y si esto no fuera así, no eres un buen amigo. Dicho de forma más directa y breve: «[...] conviene amar cuando hayas juzgado, no juzgar/ cuando hayas amado» (ibíd. 85).

Que la amistad implique fidelidad, hace que también sea necesaria la confianza. La confianza es tener un tanto íntimo y familiar, aunque eso lleve a discusiones y enfados. Dice Cicerón sobre ésto que «[...] a menudo, los amigos deben/ ser amonestados y reprendidos, y estas cosas deben/ ser recibidas amistosamente cuando se hacen/ benévolamente» (ibíd. 88). Volvamos a la sentencia de Ennio: "El amigo cierto se ve en la cosa incierta". Es decir, que un amigo no dudará en dar su opinión, buena o mala, aunque pueda ser dolorosa, pues un amigo busca el bien de su compañero, no la alabanza fácil y la falsedad: «[...] Ninguna peste hay en las amistades/ mayor que la adulación, el halago, el servilismo [...]» (ibíd. 91). O yéndonos al refranero castellano: "Quien bien te quiere, te hará llorar". Por lo que se pregunta Cicerón «[...] ¿qué causa hay para que/ quitemos totalmente la amistad de la vida, para que/ no recibamos algunas molestias a causa de ésta?» (ibíd. 48). Y yo respondo: Ninguna. No se puede quitar la amistad de la vida de las personas, pues en mayor o menor medida, para bien o para mal, todas las personas son sociables por naturaleza, por eso pueden hablar e interactuar ya no sólo con sus iguales, sino con otras especies animales. Porque... ¿quién no ha tenido una mascota a la cual ha considerado su amigo? Pues la amistad -como elemento divino y natural que es- se extiende por toda la Naturaleza, no sólo a las personas, sino también a otros seres vivos que cumplan los requisitos propuestos por Cicerón. Por eso las personas necesitan amigos -no los buscan, sino que aparecen-, porque incluso «así la naturaleza nada ama al solitario y/ siempre se apoya como en algún adminículo; éste/ es, incluso, dulcísimo en alguien muy amigo [...]» (ibíd. 88).

Esta confianza -al ser parte de una amistad- tiene que ser recíproca, por lo que tampoco hay que aguantar una crítica muy agresiva, haciéndolo saber y notar, pues todo tiene que tener cierto límite. Igualmente, el amor lleva consigo el perdón, por lo que si un amigo actúa mal de algún modo, hay que saber perdonarlo, comprenderlo y seguir a su lado.

Así pues, las personas necesitan amigos y amar. Encuentro y unión, complementación, alegría, energía, afecto, inclinación, entrega, desahogo, diálogo, quedar, relaciones, interacciones, sentimiento de ser querido y valorado. Pero no muchos amigos, ni amigos de un sólo día, sino amigos de verdad, puros. Pocos. Esta entrada va dedicada a todos mis pocos amigos, claros están los motivos.

Y tú, ¿cuántos amigos tienes?

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